La poesía siempre fué una válvula de escape, la utilicé para enamorar y para curar heridas. Para reivindicar y para saldar cuentas. Hoy he rescatado unos versos que dediqué a un amor imposible, una pérfida rubia de bote del Rabal de Barcelona que me tuvo, dos horas enamorado, otras dos desencantado y quince días postrado. En su recuerdo escribí este pequeño poema de desamor y venganza curinaria, se llama
Sangre amarga
Amarga fué tu sangre, amarga tu venganza.
La locura por tu amor tornó en angustia de mi honor.
Aunque rubia de bote, aunque caderas de hiel,
vi en tus ojos estrellas, y en tus labios, miel.
Tu amor quise robar, una copa, seis por llegar,
la noche me confunde, tu “no” casi me hunde.
No podré entender, el porqué de tu crudeza,
sea temor, sea certeza,
no merezco, creo, tal desdén. En mi cabeza,
tu firme figura se convirtió en corteza.
Amarga fué tu sangre, amarga tu venganza.
La locura por tu amor tornó en angustia de mi honor.
Loco de locura, renegado de cordura,
sin perder mi planta, mi compostura,
por mantener alta mi frente,
cual vampiro, te clavé el diente.
Pero no era miel sino amargura,
no era dulce vino sino asadura,
lo que mi delicado paladar
pudo entonces saborear.
Amarga fué tu sangre, amarga tu venganza.
La locura por tu amor tornó en angustia de mi honor.
Tus glóbulos rojos, piojos.
Tus plaquetas, mofetas.
Linfocitos de salmuera.
Y la alegría, pasó a ser cagalera.
Dos semanas sin salir,
quince días en el baño,
no me vuelvo a enamorar,
por lo menos en un año.
Amarga fué tu sangre, amarga tu venganza.
La locura por tu amor tornó en angustia de mi honor.
Siempre te recordaré,
como aquella a quien amé,
veneno en sangre, calaveras.
Adiós amor, ahí te mueras!
miércoles, 26 de noviembre de 2008
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que mal lo tuviste que pasar Vicente...
ResponderEliminarse me han puesto los pelos de punta al leerlo!